miércoles, 19 de mayo de 2021

Desastre pre 27

 No he hecho mucho de lo que me gustaría estar haciendo porque ni siquiera sé qué me gustaría estar haciendo. También, de cierto modo es porque estamos en medio de una pandemia y, por otra parte, es difícil salir de mi zona de confort cuando no sé hacia dónde quiero ir o hacer con exactitud.

Mi plan, el que siempre cuento, es que quiero seguir así hasta terminar mi licenciatura: 6 materias (dos cada trimestre porque así lo organizaron), proyecto terminal, servicio social y movilidad; pero la realidad es que ni siquiera estoy esforzándome para terminarla. No quiero y no voy a dejarla pero tampoco me siento muy segura de que la voy a terminar este año.

Por un lado, creo que está bien y que debo de aprovechar estar así de cómoda (con un trabajo ¡meh! en el que no gano lo suficiente para poder sobrevivir y mucho menos para ayudar a mi mamá o ahorrar; estudiando a medias y manteniendo mi casa también a medias)  porque es muy probable que más adelante no pueda hacerlo, es decir, no pueda echar la hueva tanto como lo estoy haciendo ahora, sin tanto consentimiento. Me siento como una Moni adolescente.

Por otro lado, espero que terminando de escribir esto me de cuenta de qué es lo que me hace falta o que necesito cambiar para no sentirme así de zombie. Porque hay veces en las que me siento drogada o ebria, es decir, recuerdo partes de mi día y de algunos acontecimientos pero no detalles como lo hacía antes. Mis pensamientos son tantos que aunque esté haciendo algo importante mis pensamientos ocupan el espacio del momento y mi momento desaparece. Me pasa cuando platico. A veces me da miedo pensar en que no pueda recordar nada, ni siquiera la cara de Rubén o de mis amigos. Por eso, trato de sentarme en frente de ellos cuando estoy hablando con ellos.

No estoy segura pero creo que pueden existir dos culpables: las redes sociales y no hacer ejercicio y no, el yoga todavía no me llega, me cuesta trabajo meditar, siquiera intentarlo llena mi cabeza de mugre.