Aquí vamos:
Primer día: Hostel Playa/ la 5ta. Avenida/ Sargassum/ Restaurante-bar.
Nuestro vuelo se atrasó quince minutos, Rubén se preocupó de que el avión nos dejara y tuvimos que comer nuestro Subway del día en la sala de abordaje. Llegamos a la una de la tarde. Nos tomamos una selfie con nuestro querido Viva Aerobus y bajamos para conseguir un ADO que nos llevara a Playa del Carmen. El boleto del aeropuerto de CUN a PC subió de precio.
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Moleskine, el clima de PC impreso para la posteridad e instrucciones de seguridad para salidas de emergencia
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Instrucciones por si el avión se estrella. |
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Selfie en el aeropuerto porque #YOLO |
Mientras hacíamos el recorrido por la Carretera Federal (que estaban reparando después del incidente), aun no podía creer que estaba en el lugar en el que fue mi hogar por un tiempo. No lo reconocía, para nada. Era tan diferente y tan pequeño -nostalgia-. Me sentía extraña, como si estuviera vagando por mis recuerdos pero sin ser ellos.
Llegamos a la terminal de la 5ta. Avenida y decidí recorrerla para ver cuánto había cambiado. Caminamos por la misma ruta que tomaba de regreso del trabajo a mi casa. Todo diferente. Lugares nuevos y lugares que nunca se acabaran. La tan acogedora Calle Corazón fue remplazada por un centro comercial :'(
Llegamos a Wall-mart a retirar dinero del cajero y pagar el hostal. Afortunadamente, Ruben eligió el mejor hostal de PC: Hostel Playa, tan cerca de todo. Fue super curioso porque estaba sobre la misma calle a la que iba al ciber a chatear por las noches cuando era pequeña. Llegamos con pinta de mochileros y nos recibieron con una los brazos abiertos. Pagamos (no nos dejaron pagar por los tres días de un jalón) y nos dieron el recorrido. Hamacas por todos lados, cocina, utensilios de cocina, comedor, refrigerador, etc. Todo para utilizarlo cuando nos plazca con la promesa de que lavaríamos lo que utilizáramos. El desayuno era parte del paquete y se servía de 7 a 9 de la mañana. Las recamaras individuales estaban en el segundo "piso" y entre comillas porque eran palos de madera unidos y barnizados los que sostenía nuestros pies. Nos mostraron las regaderas comunitarias para chicos y chicas (Jos, el chico que nos recibió, bromeó con que los hombres se tenían que bañar juntos porque había escasees de agua -jaja-). Había una alberca en la zona de BBQ, asaderos como era de esperarse, TV en la sala común y en el segundo piso estaba la terraza, con un circulo de hamacas y la torre del amor (había una colchoneta para los enamorados). Nos dijeron que después de las 23:00, la sala común tenía que ser desocupada y el desmadre tendría que seguir en la terraza. Lamentable (o afortunadamente) fuimos en temporada baja y no había tanta gente. Al finalizar, nos dieron nuestro juego de sabanas y toallas.

Nos instalamos en el cuarto, nos cambiamos, dejamos un tiradero y nos fuimos en busca de la aventura. Bajamos a la recepción para encargar la llave y que no se nos perdiera en el mar. La chica super buena onda de la recepción, nos recomendó que para ir a la playa, tendríamos que ir hasta la calle 38 porque era donde había menos alga. '¿Alga? Seguramente se quita mañana' pensé. Fuimos a comer al Mc que está en frente de la estación de ADO en la quinta y emprendimos nuestra aventura a la playa...
¡OMG! Sargassum por doquier, con su olor a mar tan impregnante y su color pardo que hacía que el mar cristalino y semi-virgen que caracteriza a la Riviera Maya pareciera sucio, mucho peor que el de Acapulco. No creí que afectara a toda la costa, y por mi ignorancia y necedad de encontrarme con ese mar tan hermoso que recordaba, caminamos y caminamos sobre la playa hasta que Ruben se cansó y llegamos a la 38 (sin querer), que era donde nos habían dicho que había menos alga.
Fracaso total, no me pude meter al mar. Las algas son inofensivas para el ser humano, no tienen sustancias toxicas ni nada por el estilo pero, el simple hecho de sentir una ramita en la planta de los pies es incomodo. Tampoco es agradable que pasen rosando mi piel cuando estoy en el agua. Nunca sabes qué criatura rara te encontraras en el mar y si te harán daño por invadir su territorio, ahora, estar con esa sospecha cada vez que una alga rose con mis muslos, no es cómodo.
Sólo nos sentamos en la arena a ver (y oler) el mar. Regresé frustrada, pero en el camino de regreso pasamos a tomar cervecitas en un tipo restaurante-bar donde nos metió un chico que nos engañó diciéndonos que las cervezas estaban al 2x1. En fin, estaban ricas (porque eran de barril) y botaneamos rico también.
Al final del día pasamos a comprar un six de Stellas Artois, que nos bebimos en el hostal en la comodidad de las hamacas.
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Tenía mucho calor, perdonen mi aspecto... |
Estábamos muy cansados por el viaje, el calor, la caminata, etc... dormimos porque el día siguiente sería uno de los mejores de nuestras vidas.