miércoles, 8 de abril de 2015

Hoy me bañé en el baño de unos enanos

Entré por una puerta pequeñita, tuve que agacharme un poco para no chocar mi cabeza contra el marco de la puerta. Cuando entré, mi primer obstáculo fueron unos lazos que estaban colgados en el techo del baño, me imagino que los ocupan para colgar su ropa sucia al desvestirse.

Escoge una toalla, me dijeron, están en las repisas de en medio. Agarré dos, y aun así, las tuve que exprimir dos veces para quitarles el exceso de agua y poderme secar.

Al meterme a bañar, la regadera pegaba con mi cabeza y tuve que agacharme en todo el acto. Traté de usar la regadera de mano pero, al intentar abrirla, rompí la diminuta llave. Ya perdí perdón.

Compré mi propio champú y el jabón era de barra. Cuando me lavaba los dientes, llevé mi rostro hasta la altura del espejo y mi cara se veía al revés, por suerte no me entró pasta en la nariz. Al salir, la puerta se había reducido y casi tropiezo con los lazos. Menos mal que salí a tiempo del baño. 

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