Pasé mis vacaciones de de fin de año en los Acapulcos, mejor conocido como Acapulco.
En este post voy a escribir sobre lo que aprendí para que mis experiencias sean relevantes y se me quede grabado por un rato más porque, decidí que uno de mis propósitos de año nuevo es que mis paseos se vuelvan más significativos (en todos los sentidos) y una forma de ayudar es escribiendo lo que aprenda en cada uno de mis ellos. Será difícil pero espero lograrlo. Así que... menos charla y más acción que son muchas cosas que contar sobre mi viaje.
Carrera XIX Playamar.
Fue como nuestra carrera de San Silvestre (pero en Acapulco, y el 30 de diciembre -ja-). Estuvo de-no-ma-mes. Una de las carreras más difíciles que he corrido en mi vida, sobre todo porque llevaba como dos meses sin entrenar y le dejé todo a la ciencia: a nivel del mar la presión es de 0 hg/ml, por lo que según la ley de Boyle (la presión y el volumen son inversamente proporcionales) mis pulmones, a diferencia de en la Ciudad de México, se llenarían más de aire (y sí, también me hinché).
Corrí bonito, hice 56 minutos (entra dentro de lo normal) pero me costó mucho trabajo, sobre todo, trabajo mental porque corrimos un circuito sobre la carretera. Y yo corría, y corría, y pasaba palmeras, y más palmera, y cuando veía el kilometraje, sólo llevaba 500 metros. También, la presión social fue un factor que me ayudó a no dejarme vencer porque sólo participaron 566 personas de las cuales estoy segura que la mitad, o más, corrieron la de 5k, y todos se veían super pro. Pensé que iba a llegar en ultimo lugar (#sufrocomocarlagordison).
Al final y después de algunos inconvenientes (como pensar que me iba a hacer pipi), todo salió bien. Llegando, llegando (después de hacer pipi, claro), le hice prometer a Rub que pese a lo que le diga durante el año, NO me inscribiera a la de 10k, sólo a la de 5k.
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